Evolución
La formación del sistema solar
La formación de las atmósferas
La formación de la atmósfera de Venus
Las atmósferas de La Tierra y de Marte
Mercurio y Venus
Mercurio
Venus
La atmósfera de Venus
La Tierra
La atmósfera y la magnetosfera de la Tierra
La estructura interna de la Tierra y la tectónica
El recalentamiento climático
La Luna
La Luna
La exploración de la Luna
La superficie de la Luna
El origen de la Luna
Marte
Marte
El agua sobre Marte
La exploración de Marte después del año 2.000
Curiosity
La estructura interna de la Tierra y la tectónica
La estructura interna
La observación de los terremotos y de las ondas sísmicas que se producen nos
permite estudiar la estructura interna de nuestro planeta. Observando en
diferentes puntos del globo las vibraciones creadas por un terremoto, es posible
reconstruir la trayectoria que las ondas sísmicas han recorrido en el globo. Como
esta trayectoria depende de la naturaleza de los materiales encontrados, nos
permite remontar a la estructura interna de nuestro planeta.
Otro medio de estudio es el análisis de las rocas expulsadas por los volcanes,
que nos revela por su parte la composición química de las capas profundas.
Este tipo de estudio reveló que nuestro planeta está constituido de tres capas
que difieren esencialmente por su composición química.
La primera capa hundiéndose en el globo es la corteza. Su espesor es de una
decena de kilómetros bajo los océanos y de una cuarentena bajo los continentes.
Esta capa está compuesta de rocas sedimentarias de granito y basalto, habiendo
sido mezclados estos constituyentes más o menos bajo el efecto de la actividad
geológica intensa de la Tierra.
Abajo se encuentra el manto, una capa sólida de cerca de 3000 kilómetros de
profundidad formada de silicatos ricos en hierro y magnesio.
Por fin, en el centro, se encuentra el núcleo, esencialmente compuesto de hierro y
un poco de níquel. Este núcleo está, de hecho, compuesto de dos capas: el núcleo
externo, líquido, y el núcleo interno, sólido. En el centro, la temperatura es
de cerca de 5000 grados Celsius, y la presión varios millones de veces la de la
superficie.
La tectónica de placas
Una de las características que hace de la Tierra un planeta muy especial es la
presencia de una tectónica de placas.
La corteza y la parte externa del manto forman una capa de algunas decenas de
kilómetros, llamada la litosfera, que se distingue por su rigidez. Abajo, se
encuentra la astenosfera, una capa menos rígida sobre la cual la litosfera puede
desplazarse lentamente.
La litosfera no está hecha de un solo bloque, sino dividida en varias placas que
pueden desplazarse ligeramente unas con relación a las otras deslizándose sobre
la astenosfera.
Los montes Everest (a la derecha) y Makalu (a la izquierda), vistos desde la
estación espacial internacional, en el corazón de uno de los resultados más
espectaculares de la tectónica de placas, el macizo del Himalaya. Crédito:
NASA
Estas placas se desplazan bajo el efecto de la convección en el manto. En
efecto, la energía producida por la desintegración de núcleos radiactivos en el
centro de la Tierra es transportada hacia el exterior por un fenómeno de
convección: las rocas calientes remontando hacia la superficie, las rocas
enfriadas sumergiéndose hacia las profundidades.
Estos movimientos de materia en la astenosfera provocan el desplazamiento de las
placas de la litosfera, un fenómeno que se designa bajo el nombre de tectónica
de placas. Así, por ejemplo, la placa que lleva América del sur se separa de la
que lleva África a una velocidad de aproximadamente tres centímetros al año.
La tectónica de placas es responsable de la inmensa mayoría de las formaciones
geológicas presentes sobre Tierra. Así, en el momento de la colisión de dos
placas, puede nacer una cadena montañosa. Es, por ejemplo, la colisión de las
placas que llevan la India y China que dio origen al Himalaya. También pasa que
una placa se hunde bajo otra —hablamos de subducción— llevando al mismo
resultado, como en el caso de los Andes.
Las consecuencias de la actividad geológica
Una de las consecuencias más importantes de la tectónica de placas es la
renovación de la superficie terrestre. En medio del Océano Atlántico se
encuentra una enorme cresta llamada dorsal oceánica. En este lugar, dos placas
se separan y permiten a rocas fundidas del manto remontar a la superficie.
El fenómeno opuesto se produce en las zonas de subducción donde una placa vuelve
a bajar hacia las profundidades.
Así por el juego de estos dos fenómenos, la materia del manto remonta
permanentemente a la superficie antes de volver a sumergirse después de cientos
de millones de años. La consecuencia es una renovación permanente de la
superficie de la Tierra, sin equivalente en el sistema solar.
Esto explica en particular, que aunque la Tierra ha estado sometida a un intenso
bombardeo meteorítico en su juventud, todo rastro ha sido borrado hace mucho
tiempo, y los cráteres meteoríticos son ahora raros en la superficie de nuestro
planeta.
Una consecuencia de la actividad de nuestro planeta es la inyección de gas
carbónico en la atmósfera.
En efecto, el gas carbónico atmosférico se disuelve fácilmente en las aguas de
lluvia y es inyectado rápidamente en el suelo en forma de carbonatos, o bien se
disuelve en los océanos. Si permaneciera aprisionado en las rocas o los océanos,
el efecto invernadero sobre nuestro planeta disminuiría, y la temperatura se
pondría a disminuir, como fue el caso de Marte.
La inyección en la atmósfera del gas aprisionado en las lavas volcánicas permite
al nivel de gas carbónico ser estable, y asegura una temperatura moderada para
nuestra atmósfera. |