La arquitectura mudéjar
aragonesa es una corriente estética dentro del arte mudéjar que tiene su
centro en Aragón (España) y que ha sido reconocida en algunos edificios
representativos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La cronología del mudéjar aragonés ocupa del siglo XII al XVII e incluye más de
un centenar de monumentos arquitectónicos situados, predominantemente, en los
valles del Ebro, Jalón y Jiloca, donde fue numerosa la población de mudéjares y
moriscos, que mantuvieron sus talleres y tradiciones artesanales, y escaseó la
piedra como material constructivo.
Las primeras manifestaciones del mudéjar aragonés tienen dos orígenes: una
arquitectura palaciega vinculada a la monarquía, que reforma y amplía el Palacio
de la Aljafería manteniendo la tradición ornamental islámica y alarifes
musulmanes y una arquitectura popular que enlaza con el románico que deja de
construir en aparejo de sillería y comienza a elaborar sus construcciones en
ladrillo dispuesto en muchas ocasiones en tracerías ornamentales de raigambre
hispanomusulmana, lo que puede observarse en iglesias de Daroca que, siendo
iniciada en piedra, se remataron en el siglo XIII con paños mudéjares de
ladrillo.
Desde el punto de vista constructivo, el mudéjar arquitectónico en Aragón adopta
esquemas funcionales preferentemente del gótico cisterciense, aunque con algunas
diferencias. Desaparecen en muchas ocasiones los contrafuertes, sobre todo en
los ábsides, que adoptan así una característica planta octogonal, con muros
anchos que permiten sujetar los empujes y dar espacio a las decoraciones de
ladrillo resaltado. En los lados de las naves los contrafuertes (muchas veces
rematados en torrecillas, como sucede en el Pilar mudéjar) acaban generando
capillas y no se aprecian al exterior. Es usual la existencia de iglesias de
barrios (como el de San Pablo de Zaragoza) o núcleos urbanos pequeños que
constan de una sola nave, y son las capillas situadas entre los contrafuertes
las que dotan al templo de una cantidad de espacios de culto mayor. Por otro
lado, es frecuente que sobre estas capillas laterales se encuentre una galería
cerrada o andito, con ventanas al exterior e interior del templo. Esta
constitución recibe el nombre de iglesias-fortaleza, y su prototipo podría ser
la iglesia de Montalbán.
Es característico el extraordinario desarrollo ornamental que muestran las
torres campanario, cuya estructura es heredada del alminar islámico: planta
cuadrangular con machón central entre cuyos espacios se cubren unas escaleras
por medio de bóvedas de aproximación, como sucede en los alminares almohades.
Sobre este cuerpo se sitúa el campanario, normalmente poligonal. También existen
ejemplos de torres de planta octogonal.
La arquitectura mudéjar aragonesa es una corriente estética dentro del arte
mudéjar que tiene su centro en Aragón (España) y que ha sido reconocida en
algunos edificios representativos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La cronología del mudéjar aragonés ocupa del siglo XII al XVII e incluye más de
un centenar de monumentos arquitectónicos situados, predominantemente, en los
valles del Ebro, Jalón y Jiloca, donde fue numerosa la población de mudéjares y
moriscos, que mantuvieron sus talleres y tradiciones artesanales, y escaseó la
piedra como material constructivo.
Las primeras manifestaciones del mudéjar aragonés tienen dos orígenes: una
arquitectura palaciega vinculada a la monarquía, que reforma y amplía el Palacio
de la Aljafería manteniendo la tradición ornamental islámica y alarifes
musulmanes y una arquitectura popular que enlaza con el románico que deja de
construir en aparejo de sillería y comienza a elaborar sus construcciones en
ladrillo dispuesto en muchas ocasiones en tracerías ornamentales de raigambre
hispanomusulmana, lo que puede observarse en iglesias de Daroca que, siendo
iniciada en piedra, se remataron en el siglo XIII con paños mudéjares de
ladrillo.
Desde el punto de vista constructivo, el mudéjar arquitectónico en Aragón adopta
esquemas funcionales preferentemente del gótico cisterciense, aunque con algunas
diferencias. Desaparecen en muchas ocasiones los contrafuertes, sobre todo en
los ábsides, que adoptan así una característica planta octogonal, con muros
anchos que permiten sujetar los empujes y dar espacio a las decoraciones de
ladrillo resaltado. En los lados de las naves los contrafuertes (muchas veces
rematados en torrecillas, como sucede en el Pilar mudéjar) acaban generando
capillas y no se aprecian al exterior. Es usual la existencia de iglesias de
barrios (como el de San Pablo de Zaragoza) o núcleos urbanos pequeños que
constan de una sola nave, y son las capillas situadas entre los contrafuertes
las que dotan al templo de una cantidad de espacios de culto mayor. Por otro
lado, es frecuente que sobre estas capillas laterales se encuentre una galería
cerrada o andito, con ventanas al exterior e interior del templo. Esta
constitución recibe el nombre de iglesias-fortaleza, y su prototipo podría ser
la iglesia de Montalbán.
Es característico el extraordinario desarrollo ornamental que muestran las
torres campanario, cuya estructura es heredada del alminar islámico: planta
cuadrangular con machón central entre cuyos espacios se cubren unas escaleras
por medio de bóvedas de aproximación, como sucede en los alminares almohades.
Sobre este cuerpo se sitúa el campanario, normalmente poligonal. También existen
ejemplos de torres de planta octogonal.
Patrimonio de la Humanidad.
En 1986, Unesco declaró el conjunto mudéjar de Teruel Patrimonio de la
Humanidad, aumentándolo en el año 2001 a otros monumentos mudéjares aragoneses:
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