El sitio fosilífero de Messel
es una cantera abandonada cercana al pueblo de Messel, a unos 35 km al sureste
de Fráncfort del Meno, Alemania. En el pasado se extraía pizarra bituminosa. El
lugar tiene una gran importancia geológica y paleontológica debido a la multitud
de fósiles que se han encontrado. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por
la Unesco el 9 de septiembre de 1995.
Características de los sedimientos
A pesar de que la cantera comenzó a ser conocida por su riqueza en fósiles sobre
1900, no fue hasta la década de 1960 cuando empezaron a realizarse excavaciones
científicas serias. El yacimiento se encuentra sesenta metros bajo tierra y
tiene una superficie aproximada de 1km2. Cuando se formó, hace cincuenta
millones de años en el período Eoceno, se encontraba 10º más al sur que hoy en
día, y su clima y ecología eran muy diferentes. Había múltiples lagos rodeados
por densos bosques subtropicales que albergaban una increíble diversidad de
formas de vida. El conjunto de lagos de Messel era probablemente el punto
central del drenaje de los ríos y riachuelos cercanos.
Los sedimentos fueron depositados durante el período Geiseltaliano (Eoceno
medio), hace unos cincuenta millones de años. La roca principal que se puede
encontrar es la pizarra bituminosa, formada por el lento depósito de fango y
plantas al fondo del lago. Los sedimentos se extienden 130 metros hacia abajo y
reposan sobre una capa de arenisca más antigua. Pero lo que hace que los fósiles
del yacimiento se conservan tan bien y con tanta claridad son las peculiares
características del lago. La parte superior del lago albergaba una gran
diversidad de organismos, pero el fondo no estaba sujeto a fuertes corrientes,
creando un ambiente muy anóxico. Esto evitaba que muchas especies vivieran en
este nicho, de manera que la perturbación biológica era mínima. Las inversiones
de las capas del lago, causadas por los cambios de las estaciones, reducían el
contenido de oxígeno de las capas superiores, provocando la "extinción"
periódica de las especies acuáticas. Todo esto, junto con un ritmo de depósito
relativamente bajo (0,1 mm/año), creaba un ambiente privilegiado para la
conservación de la fauna y la flora. |