Macao, el primer puesto
comercial europeo en China, desde su fundación en 1557 por los portugueses hasta
el día de hoy, constituyó siempre una importante puerta de acceso para la
entrada de la civilización occidental en China, contactando con la civilización
china, y viceversa. Durante 5 siglos, esta pequeña ciudad proporcionó una
importante plataforma para la simbiosis y el intercambio de culturas ocidentales
y orientales. Esta intensa simbiosis e intercambio moldearon una identidad única
y propia para Macao. También en este pequeño pedazo de tierra se desarrolló un
proceso único de mestizaje, que dio lugar al nacimiento de la cultura patuá y de
la comunidad macaense.
El encuentro armonioso entre dos grandes culturas (la occidental y la oriental)
generó la creación de estilos arquitectónicos únicos en el mundo, que
aparecieron gracis a la fusión de los estilos arquitectónicas europeos, chinos y
de otras partes de Asia. Son estos estilos arquitectónicos que fueron utilizados
para la construcción de la gran mayoría de los monumentos de centro histórico de
Macao.
Este patrimonio arquitectónico de valor único y universal constitye un
testimonio vivo de la gran diversidad cultural de la ciudad, del intercambio y
coexistencia de las culturas occidentales y orientales, de la conservación de
las tradiciones de las diferentes culturas, y de la contribución hecha por Macao
en la dispersión del catolicismo en el Extremo Oriente y en la transmisión de
las tradiciones populares chinas en Occidente.
El centro histórico de Macao es el fruto del intercambio, del respeto y de la
tolerancia cultural entre el Occidente y el Oriente. Su valor no reside
solamente en sus estructuras arquitectónicas y urbanas, sino en el hecho de que
estas consiguieron mantener su espíritu original y sus funciones originales
hasta el día de hoy. Este patrimonio arquitectónico, predominantemente de raíz
europea, se levanta entre construcciones de estilo arquitectónico tradicional
chino y entre construcciones modernas, causando un gran contraste en el tejido
urbano de la ciudad y mostrando también la diversidad y tolerancia cultural
existente en esta pequena ciudad.
El centro histórico de Macao está conformado por el siguiente conjunto
arquitectónico: el Templo de A-Má, el Cuartel dos Mouros, la Casa do Mandarim,
la Iglesia de São Lourenço, el Seminario y la Iglesia de São José, el Teatro D.
Pedro V, la Biblioteca Sir Robert Ho Tung, la Iglesia de Santo Agostinho, el
Leal Senado, el Templo de Sam Kai Vui Kun, la Santa Casa da Misericórdia, la
Iglesia da Sé, la Casa de Lou Kau, la Iglesia de São Domingos, las Ruinas de S.
Paulo, el Templo de Na Tcha, el Trozo de las Antiguas Murallas de Defensa, la
Fortaleza do Monte, la Iglesia de Santo António, la Casa Garden, el Cementerio
Protestante (incluyendo la Capilla), la Fortaleza da Guia (incluyendo la Capilla
y el Faro), el Largo da Barra, el Largo do Lilau, el Largo de Santo Agostinho,
el Largo do Senado, el Largo da Sé, el Largo de São Domingos, el Largo da
Companhia de Jesus y el Largo de Camões. Este conjunto arquitectónico, de gran
valor y único del Mundo, fue reconocido como parte de la Historia Mundial, pues
ilustra bien uno de los primeros y más duraderos encuentros entre China y la
civilización occidental.
Este conjunto arquitectónico, que engloba al más antiguo legado arquitectónico
europeo existente en China, se localiza mayoritariamente en el sur y suroeste de
Macao dado que, hasta el siglo XIX, los portugueses, constructores de la mayoría
de los monumentos del Centro Histórico de Macao, tenían prohibido vivir en el
norte de Macao que eran campos de cultivo propiedad de los chinos. Hasta el
siglo XIX, la "Ciudad del Santo Nombre de Dios de Macao", en portugués "Cidade
do Santo Nome de Deus de Macau" era pequeña y estaba delimitada por murallas,
ocupando solamente el sur de la península de Macao. Solo a partir del siglo XIX,
con la decadencia de la autoridad e influencia china sobre Macao, los
portugueses pudieron expandir la ciudad hacia el norte de la península, y
posteriormente ocupando también la isla de Taipa y de Coloane). Pero en el siglo
XIX, la importancia del puerto de Macao se redujo a consecuencia de la Primera
Guerra del Opio cuando Hong Kong se volvió en el puerto occidental más
importante de China. Macao comenzó a entrar en decadencia por eso cada vez menos
personas conseguían sostener el elevado coste de construcción y mantenimiento de
edificios grandes, lujosos y refinados. Un ejemplo perfecto son la Iglesia da
Madre de Deus y el Colegio de S. Paulo, estos dos grandes edificios, después de
un incendio en el año de 1835, nunca más fueron reconstruidos, debido a su
elevado coste. El conjunto de las "ruinas" y vestigios de estos edificios
forman, actualmente, las Ruinas de S. Paulo.
El día 15 de julio de 2005, el Centro histórico de Macao fue, finalmente,
inscrito en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y designado
como el 31º sitio del Patrimonio Mundial de China. Después de su inclusión, hubo
grandes comemoraciones. Macao pretendía con esta inclusión de su centro
historico crear una imagen mejor y más equilibrada de una ciudad histórica, que
se preocupa de la conservación de su patrimonio e de sus vestigios del pasado, a
la vez que mira al futuro, el desarrollo, la globalización y la modernidad. No
quería tener una imagen de ciudad repleta de casinos y hoteles. Esta inclusión
también ayudará a fomentar el desarrollo del turismo, uno de los pilares de la
economía de la ciudad.
Este reconocimiento internacional ayudará a fomentar la apreciación de los
valores patrimoniales y la conservación del patrimonio histórico-arquitectónico,
influyendo positivamente los proyectos urbanos futuros, que seran llevados a
cabo teniendo en cuenta la preservación del patrimonio.
La conservación del Centro Historico de Macao es crucial para la población local
porque, representa una parte importante de la historia de China y de la Historia
Mundial, por eso, debido a su excepcional valor universal y a su significado
histórico-cultural, debe ser preservada y protegida a cualquier coste. Varias
campañas de divulgación y educación profundizan el conocimiento y el
entendimiento de la población sobre el valor de este Patrimonio de la Humanidad. |