El Santuario Histórico de Machu
Picchu es un área protegida del Perú de más de 35 mil hectáreas que
comprende el entorno natural del sitios arqueológico de Machu Picchu, enclavados
en la abrupta selva nubosa de la vertiente oriental de los Andes y a ambas
márgenes del río Urubamba, que corre en esta sección con dirección noroeste.
Esto permite a esta singular área protegida abarcar lo que podría considerarse
uno de los transectos altitudinales más extraordinarios del Perú, y proteger, en
sólo unos veinte kilómetros lineales, ecosistemas tan dispares como las nieves
eternas, a más de 4.000 msnm, y las tórridas selvas tropicales, a poco más de
1.700 msnm.
Objetivos de conservación
Proteger la ciudadela incaica de Machu Picchu, un conjunto de grupos
arqueológicos enlazados por el Cápac Ñam y otros testimonios de la arqueología y
la cultura andina.
Conservar el espectacular entorno paisajista, hábitat natural de importantes
especies de flora y fauna que se hallan en situación vulnerable o en peligro de
extinción.
Es el santuario más popular del mundo.
Especies que protege
Las principales son: el oso andino o ucurnari (Tremarctos ornatus) declarado
símbolo del Santuario, el quetzal de altura (Pharomachrus auriceps) y el gallito
de las rocas (Rupicola peruviana) en fauna y la wacanki (Masdevalia veitchiana)
y wiñay wayna (Epidendrum secundum) palabras quechua que significan "llorarás" y
"siempre joven", respectivamente.
Geografía
Visto desde el aire, el territorio del Santuario se muestra como un gran libro
abierto por la mitad, con el caudaloso río Urubamba en su parte central y dos
grandes cadenas de montañas que se precipitan hacia ambos lados de un profundo
valle cubierto por vegetación tropical.
En cada margen del río, los límites de esta área natural protegen de manera
integral secciones completas de dos de las subcuencas más importantes de la
región: en su extremo norte la Cordillera del Urubamba y, en el sur, la de
Vilcabamba. Y con ellas, dos de sus cumbres más importantes: el Wekey Willka o
Verónica (5.750 msnm) y el majestuoso Salkantay (6.271 msnm), considerado el Apu
o divinidad tutelar de la región. Completan los linderos del Santuario los
valles de Cusichaca y Acobamba, al este y oeste, respectivamente.
Clima
Por sus características geográficas y topográficas, el Santuario Nacional de
Machu Picchu presenta variedades climáticas en razón de que existen picos que
alcanzan la altura de 6,270 msnm donde la temperatura es extremadamente fría y
las partes más bajas con aproximadamente 2,000 msnm con temperaturas más
templadas.
Las temperaturas en el área de Machu Picchu difieren si se evalúan en las zonas
altas o en el fondo de los cañones, aunque por lo general, el clima de este
sector es benigno, o sea, con características típicamente subtropicales: cálido
y húmedo, con sensación de calor durante el día y fresco por las noches. Por
hallarse en una zona subtropical posee una temperatura que oscila entre los 8º y
22º C. Las temperaturas mínimas son de 8º C a 11.2 °C, mientras que las máximas
están el orden de los 20 - 22.20º C.
Ecosistemas, flora y fauna
Los científicos han registrado en su interior hasta diez zonas de vida y dos
ecorregiones bien diferenciadas, siendo las más relevantes desde el punto de
vista ecológico los pajonales altoandinos, los bosques enanos de altura y la
selva alta o yunga, representada por los bosques de neblina y la ceja de
montaña. Esta enorme variedad de pisos ecológicos o hábitat permite, a su vez,
la existencia de una asombrosa variedad de especies de flora y fauna silvestre,
adaptadas a la perfección a las condiciones específicas de su entorno.
El mundo natural de Machu Picchu se inicia, pues, por encima de los 4.000 msnm,
donde el viento barre sin cesar las planicies de ichu y donde las rocas se
pueblan de líquenes y musgo. En el territorio del cóndor andino y de la taruka,
el mayor y más elusivo de los cérvidos de los Andes; de las juguetonas vizcachas
(roedores típicos de las alturas) y del puma o león de la sierra. Una tierra
donde las variaciones de temperatura son tan intensas que sólo algunas criaturas
logran sobrevivir: sol intenso durante el día e implacables heladas por las
noches.
Descendiendo, se arriba a una zona donde los vientos fríos provenientes de las
montañas nevadas se unen a las corrientes cálidas que ascienden de la selva para
formar un extraño mundo en miniatura. Son los bosques enanos, un escenario de
árboles retorcidos donde las dimensiones parecen haberse trastocado por capricho
de la naturaleza: aquí los árboles son pequeños y los musgos, gigantes; los
venados miden unos cuantos centímetros y los picaflores el tamaño de una paloma.
Es la tierra de las bromelias y las flores más raras; el hogar del oso andino o
ucumari y del tucán de altura.
Algo más abajo, allí donde la humedad reina a lo largo del año y las lluvias son
más frecuentes que en ningún otro lugar del país, los bosques de neblina se
muestran al visitante de tanto en tanto, sólo cuando el misterioso velo de
niebla que los cubre se abre para dar paso a una visión mágica y maravillosa.
este es uno de los ambientes más prolíficos y desconocidos de la naturaleza, un
reino de cascadas y seres misteriosos donde los árboles crecen casi colgados de
los acantilados, aprovechando el escaso suelo fértil que ellos mismos producen y
sujetándose a las grandes rocas de granito que afloran de las montañas. Este es
el hogar del colorido gallito de las rocas, ave nacional del Perú, de bandadas
de tangaras multicolores, de tucanes esmeralda y quetzales de altura; de
tigrillos y coatíes; el reino de los helechos gigantes, las bromelias y las
orquídeas, cuyo grupo alcanza aquí hasta 200 especies, destacando entre ellas
las espectaculares wakanki y wiñay wayna, cuyas flores han servido para nombrar
algunos de los sitios arqueológicos más espectaculares del Cápac Ñam (Caminos
del Inca.
Finalmente, al fondo de los valles y bajo el efecto térmico de los cursos de
agua que los recorren, los bosques de la ceja de montaña brindan las condiciones
ideales para una enorme variedad de cultivos: coca, achiote, maíz, cacao, café y
frutales. esta fue la despensa de los incas, quienes recurrieron a ella en
procura de sus frutos más preciados, y lo continúa siendo para los pobladores
afincados en sus dominios. Una tierra de bosques de bambú que florecen después
de décadas para morir en masa, como siguiendo un mandato misterioso y extraño;
un territorio donde los valles se ensanchan y los ríos aplacan su furia para dar
paso a cauces transparentes que lamen de las montañas el limo rico en
nutrientes. Éste es el preludio a los grandes bosques amazónicos.
Conservación y amenazas
Desde el punto de vista ambiental, el principal valor del Santuario reside en el
rol que juegan los densos bosques de sus montañas para el mantenimiento del
equilibrio hídrico de la región, captando el agua de las lluvias y
conduciéndola, sin causar erosión, hasta el curso del Urubamba. Si estos bosques
desaparecieran, se perderían con ellos numerosas especies de flora y fauna
únicas y casi desconocidas para la ciencia; pero sobre todo se iniciaría en el
área un irreversible proceso de deterioro ambiental que traería consigo
consecuencias devastadoras para el hombre, como la destrucción de las vías de
comunicación, la desaparición de zonas de cultivo, inundaciones y deslizamientos
de tierra.
En la actualidad, la principal amenaza contra el Santuario, además de
crecimiento desproporcionado del turismo, son los incendios forestales.
Iniciados por agricultores residentes en las zonas altoandinas colindantes con
esta área protegida, los fuegos estacionales, dirigidos a renovar los pastos
naturales, se vuelven incontrolables e ingresan, ayudados por el viento y la
fragilidad de la vegetación, ladera abajo hacia el corazón de los bosques de
neblina. A menudo, el fuego arrasa con todo a su paso, destruyendo enormes
extensiones de selva virgen, hasta que el efecto de las lluvias aplaca la furia
de las llamas. En años recientes, la magnitud de estos incendios ha sido tal que
su efecto devastador llegó incluso a trasponer los límites de la ciudadela inca
de Machu Picchu.
Afortunadamente, la administración del Santuario, en coordinación con los
diferentes sectores involucrados en su conservación, y con el apoyo de la
cooperación internacional, viene trabajando en el desarrollo de un plan de uso
múltiple de recursos, capacitando a los agricultores acerca de los peligros de
la quema anual de pastos y ofreciendo alternativas de aprovechamiento no
destructivo de los recursos del área a los pobladores que dependen de ella.
El Santuario Histórico de Machu Picchu fue reconocido internacionalmente por la
Unesco en 1983, otorgándosele la categoría de Patrimonio Cultural y Natural de
la Humanidad. Sólo dos áreas en las Américas ostentan esta distinción (la otra
es Tikal, en Guatemala). |