De la antigüedad a la edad media
El movimiento aparente de los planetas
Los principios de la astronomía
La astronomía en Mesopotamia
La astronomía de Egipto antiguo
La astronomía griega
La astronomía en tierra de Islam
La llegada de la astronomía moderna
Nicolás Copérnico
Tycho Brahe
Johannes Kepler
Galileo Galilei
Isaac Newton
La mecánica celeste
El nacimiento de la astrofísica
Las ondas luminosas
El análisis espectral, la temperatura y la composición química
El análisis espectral, el efecto Doppler y otras aplicaciones
La astronomía de los siglos XX y XXI
Catalejos y telescopios
La alta resolución angular
La radioastronomía
La astronomía en otras longitudes de onda
La astronomía en Mesopotamia
La astronomía tal como la conocemos nació en Mesopotamia, una región situada
entre el Tigris y
Éufrates, que corresponde más o menos a Iraq actual. El
territorio, a su vez, dominado por diferentes civilizaciones, conoció una
historia muy rica y ocupó un lugar fundamental en la historia de la ciencia
occidental.
Historia
El primer gran período histórico de esta región es la civilización
sumeria, que se establece
alrededor de -5300, y que ve, en particular, el nacimiento de la escritura bajo
forma cuneiforme,
entre -3500 y -3000.
Hacia -1900 comienza un primer período, cuando Mesopotamia va a ser dominada por
la ciudad de Babilonia. Es el periodo
paleobabilónico,
que unifica la región durante 300 años hasta la caída de Babilonia en las manos
de los hititas, hacia -1600.
Estos no van a demorarse, sino rápidamente a dejar el sitio a los
casitas, justo hacia -1155.
La región es dominada a continuación por la influencia creciente de los asirios,
un pueblo del norte de Mesopotamia. El imperio neoasirio se establece en
-911 y dura hasta la caída de la capital Nínive, en -612, a las manos de los
babilonios y de sus aliados medos y escitas.
Babilonia reanuda entonces su influencia y es la era más rica en
descubrimientos, el imperio neobabilónico (también conocido bajo el nombre de era
caldeana), que comienza en -626 y durará hasta la conquista por los persas en
-539.
Tablilla cuneiforme que contiene antiguas observaciones del planeta Venus
(Nínive, siglo 7 antes de nuestra era, copia de un texto babilónico de 1000 años
antes). Crédito:
British Museum
Las matemáticas y el sistema sexagesimal
La civilización sumeria se distingue por un desarrollo muy avanzado de las
matemáticas, tanto en aritmética como en álgebra y geometría. Los matemáticos
sumerios crean, por ejemplo, tablas de multiplicación, división, raíces cuadradas
y cúbicas, y comienzan a resolver ecuaciones algebraicas.
Se tendrá en cuenta en particular, que Sumeria desarrolla un sistema
sexagesimal, basado en el número 60, en vez de nuestro sistema decimal basado en el número
10. Es a esta civilización que debemos la división del círculo y del cielo en
360 grados, y la división de las horas en 60 minutos, luego, en 60 segundos.
Probablemente, no sabremos jamás porqué los sumerios escogieron el número 60 como
base. Una ventaja posible de este sistema es que el número 60 es divisible por
muchos factores, en particular 2, 3, 4, 5, 6 y 10. Es, de hecho, el número más
pequeño divisible por todos los enteros de 1 a 6. Esta propiedad podía
proporcionar más flexibilidad que la base 10 para subdividir medidas en
fracciones iguales. Este sistema permite, en todo caso, expresar grandes números
utilizando pocos símbolos, lo que habrá facilitado el desarrollo de las medidas
y cálculos.
Las constelaciones y la astrología
Los astrónomos sumerios quieren orientarse más fácilmente en el cielo. Para
hacerlo, asocian algunas estrellas que aparecen próximas en el cielo en grupos
más fáciles de reconocer. Inventan así las constelaciones más antiguas como Leo
(el león), Taurus (el toro), Escorpio (el escorpión) y Capricornio, (la cabra del
mar).
Los primeros textos astrológicos todavía en existencia datan del período paleobabilónico.
Las predicciones están basadas entonces en la posición de la
Luna en el cielo, en particular en su posición durante la aparición de la
primera media luna al principio de cada mes. Las predicciones de esta época no
se aplican a los individuos, sino más generalmente al futuro del país, sus
cosechas, sus guerras o sus epidemias.
Una serie famosa de tablillas de la era casita, Enuma Anu Enlil, muestra una
evolución hacia predicciones basadas en la posición aparente de los planetas en
el cielo, en particular Venus y Marte. Venus, entonces es asociado con Ishtar, la
diosa del amor, y sus peregrinaciones se suponen permitir predicciones sobre el
amor y la fertilidad. En cambio, el planeta Marte es asociado con Nergal, el
dios de la guerra y los infiernos, y las predicciones se relacionan a futuros
conflictos y guerras.
Un enfoque más sistemático de la observación del cielo se describe en un
conjunto de tablillas que datan de la época asiria, hacia el año -1000, y han
sobrevivido hasta nuestros días: las tablillas Mul Apin. Éstas clasifican las
estrellas y constelaciones en tres grupos bien delimitados y asociados con tres
dioses. En el norte, Enlil, el dios del viento; a lo largo del ecuador celeste, Anu, dios del cielo, y en el
sur, Ea, dios de los aguas dulces. La gran mayoría
de las constelaciones en estas tablillas corresponden a las del mundo griego y
son, por tanto, el origen de la organización del cielo que utilizamos hoy.
La organización del cielo será completada más tarde bajo el imperio
neobabilónico, que divide el zodíaco en 12 signos de 30 grados, nombrados según
su constelación principal. Todos los elementos de la astrología están entonces
colocados —anotamos esto por razones históricas, la astrología no tiene
evidentemente ninguna credibilidad en la ciencia moderna.
La observación y las medidas del cielo
Visto su interés por la observación del cielo, en particular por razones
astrológicas, las civilizaciones mesopotámicas proporcionaron contribuciones
mayores en la observación del movimiento aparente de los cuerpos celestes y del
establecimiento de un calendario.
Los astrónomos paleobabilónicos establecieron un calendario lunisolar, basado a
la vez en el movimiento aparente de la Luna y del Sol. Básicamente, el año
está formado de 12 meses lunares, teniendo el mes una longitud variable de 29 o
30 días. Evidentemente, como el año real basado en el movimiento del Sol es un
poco más largo que 12 meses lunares, este sistema básico se habría movido
lentamente con el tiempo. Para que el ciclo de las estaciones quede fijo con
relación al calendario, los paleobabilónicos ajustan entonces su calendario básico
intercalando un decimotercer mes cuando lo consideran necesario, alrededor de
cada tres años.
Durante este mismo período, los astrónomos comienzan a tomar nota de la fecha de
la primera salida del planeta Venus como “estrella” de la noche y su última
puesta como “estrella” de la mañana. La famosa tablilla Ammisaduqa, que
sobrevivió, nos proporciona estos datos sobre un período de 21 años. Los
babilonios se dan cuenta de que el movimiento de Venus es periódico, es decir,
se reproduce de manera idéntica después de un determinado intervalo. También se
dan cuenta por primera vez que la estrella de la mañana y la estrella de la
tarde sólo son un único astro.
Bajo el imperio neobabilónico va a establecerse un registro más detallado,
sistemático e ininterrumpido del movimiento de la luna, los eclipses,
conjunciones con estrellas brillantes; pero también acontecimientos no
astronómicos como terremotos, epidemias y nivel de las aguas. Los astrónomos
babilónicos descubren en particular, que el ciclo de los eclipses se repite cada
18 años (el ciclo metódico).
Estas observaciones precisas y continuas van a permitir a los astrónomos
babilónicos predecir de antemano numerosos movimientos y fenómenos, por ejemplo,
el desplazamiento diario de la luna con relación a las estrellas, el momento en
que pueden producirse eclipses, o bien el intervalo de tiempo entre entre el
amanecer y el atardecer.
El nacimiento de la ciencia occidental
Debemos a la astronomía mesopotámica la asociación del cielo en constelaciones,
la división de las horas en sesenta minutos y los minutos en sesenta segundos,
pero también medidas sistemáticas del cielo en siglos. El estudio de los cielos
progresará aún bajo la dominación persa, pero es con la invasión de Alejandro
Magno, en -331, que el saber babilónico será transmitido a los sabios griegos,
en particular Aristóteles, que pasarán a la etapa siguiente.
En efecto, los babilónicos solo medían el movimiento de los astros para
establecer tablas de posición y hacer predicciones astrológicas. Eran excelentes
observadores y matemáticos, pero no se preguntaron sobre la naturaleza de los
planetas y no trataron de comprender por qué estos seguían trayectorias
particulares en el cielo. Habrá que esperar el milagro griego para que comience a interrogarse la naturaleza de estas estrellas vagabundas, y que
aparezcan los primeros modelos geométricos del mundo. |