De la antigüedad a la edad media
El movimiento aparente de los planetas
Los principios de la astronomía
La astronomía en Mesopotamia
La astronomía de Egipto antiguo
La astronomía griega
La astronomía en tierra de Islam
La llegada de la astronomía moderna
Nicolás Copérnico
Tycho Brahe
Johannes Kepler
Galileo Galilei
Isaac Newton
La mecánica celeste
El nacimiento de la astrofísica
Las ondas luminosas
El análisis espectral, la temperatura y la composición química
El análisis espectral, el efecto Doppler y otras aplicaciones
La astronomía de los siglos XX y XXI
Catalejos y telescopios
La alta resolución angular
La radioastronomía
La astronomía en otras longitudes de onda
La astronomía griega
Desde un punto de vista histórico, la astronomía griega ha sido dominada por dos
personajes, Aristóteles y Tolomeo, que introdujeron ideas y modelos incorrectos
que iban a dominar el pensamiento científico durante casi dos milenarios.
Aristóteles
El personaje clave es Aristóteles, un filósofo del siglo IV antes de nuestra
era, que se apoyó en las ideas de uno de sus predecesores,
Platón. Según este
último, el mundo debía tener una forma esférica, y el movimiento de todo cuerpo
celeste debía ser circular y uniforme, es decir, a velocidad constante.
En el sistema de Aristóteles como en el de Pitágoras, la Tierra estaba inmóvil
en el centro del mundo y rodeada de una sucesión de esferas cristalinas. El
problema del modelo de Pitágoras residía en el hecho de que cada planeta estaba
asociado con una sola esfera, lo que no podía explicar las irregularidades de
los movimientos aparentes.
Aristóteles superó este problema creando un sistema más complejo que contenía 55
esferas encajadas unas en las otras. Cada planeta estaba entonces asociado con
un grupo de esferas, cuyos movimientos se superponían. El hecho de combinar
diferentes rotaciones permitía dar a cada planeta un movimiento complejo que
podía estar ajustado para corresponder al que se observaba en el cielo.
Con una combinación de 55 esferas, Aristóteles lograba relativamente bien
reproducir los movimientos aparentes de los planetas. Su sistema tenía, sin
embargo, un defecto mayor: era incapaz de explicar las variaciones de luminosidad
aparente de los planetas.
Sabemos hoy que estas variaciones son debidas al cambio de distancia entre la
Tierra y cada planeta. Pero en el sistema de Aristóteles los planetas se
encontraban a una distancia fija de la Tierra y las modificaciones de resplandor
quedaban inexplicadas.
Aristóteles introdujo también un concepto más filosófico que iba a ser aceptado
hasta el siglo XVI: la distinción entre la Tierra y los cielos. Para él, el
interior de la órbita lunar, lo que incluía la Tierra y su atmósfera,
representaba el reino de la imperfección y del cambio. Más allá de la Luna, se
encontraba el reino de la perfección y de la inmutabilidad.
Tolomeo
El principal defecto del sistema de Aristóteles era su incapacidad para explicar
las variaciones de resplandor de los planetas. Por esta razón, un astrónomo de
Alejandría, Claudio Tolomeo, modificó este sistema en el siglo II de nuestra
era, pero sin poner en entredicho los principios puestos por Platón y
Aristóteles.
Claudio Ptolomeo, nació en el año 100 d. C. Falleció el año 170 d. C. a los
70 años. Klaudios Ptolemaios fue su nombre en griego. Vivió y trabajó en Egipto
(se cree que en la famosa Biblioteca de Alejandría), donde destacó entre los
años 127 y 145 d. C. Fue astrólogo y astrónomo, actividades que en esa época
estaban íntimamente ligadas; también geógrafo y matemático. Divulgador de la
ciencia astronómica de la Antigüedad, se dedicó a la observación astronómica en
Alejandría en época de los emperadores Adriano y Antonino Pío. Crédito:
Wikimedia Commons
Para Tolomeo, los cuerpos celestes no estaban unidos a esferas cristalinas
centradas sobre la Tierra. De hecho, cada planeta se desplazaba en un pequeño
círculo, llamado epiciclo,
cuyo centro mismo se desplazaba siguiendo un gran
círculo centrado sobre la Tierra, llamado deferente.
Ajustando el tamaño y la posición de todos los círculos involucrados,
Tolomeo obtenía un sistema capaz de reproducir con precisión los movimientos
aparentes de los cuerpos celestes. Estaba, además, en condiciones de explicar las
variaciones de resplandor de los planetas, puesto que los veían ahora variar su
distancia a la Tierra.
Este doble éxito explica que el sistema de Tolomeo, que mejoraba al de
Aristóteles en la forma pero no el espíritu, fue aceptado hasta el siglo XVI.
Heráclides
A pesar de la posición dominante de Aristóteles y Tolomeo, otros dos filósofos
griegos propusieron sistemas mucho más próximos a la realidad. En la época de
Aristóteles, Heráclides avanzó que la Tierra no estaba inmóvil, sino que de
hecho giraba sobre sí misma. La rotación aparente de la bóveda celeste en 24
horas se explicaba entonces de manera mucho más natural. La explicación era la
buena, pero no fue aceptada.
Más tarde, para explicar los movimientos particulares de Mercurio y Venus, que
parecían oscilar alrededor del Sol, Heráclides avanzó que estos dos planetas no
giraban alrededor de la Tierra, sino alrededor del Sol. Obtenía así una
descripción más próxima de la realidad, incluso si pensaba que el resto de los
cuerpos celestes, incluido el Sol, giraban aún alrededor de la Tierra.
Aristarco de Samos
Aristarco de Samos fue aún más lejos en el siglo III antes de nuestra era.
Aplicando razonamientos geométricos a los cuerpos celestes, en particular en el
momento de los eclipses de la Luna, este filósofo griego estuvo en condiciones
de determinar las distancias relativas de la Luna y el Sol. También sacó a la
luz que nuestra estrella era mucho más grande que la Tierra.
Ahora bien, Aristarco de Samos tenía dificultad de convencerse de que un objeto
enorme podía girar alrededor de un cuerpo mucho más pequeño. Rechazó entonces el
sistema de Aristóteles y propuso uno nuevo, en el cual el Sol era el verdadero
centro del mundo y donde todos los planetas, excepto la Luna, gravitaban
alrededor de este centro. Esta descripción desgraciadamente no fue aceptada en
la época. |