Supernovas y estrellas de neutrones
Una supergigante
Una supernova
Nucleosíntesis estelar
Una estrella de neutrones
Un púlsar
La radiación de los púlsares
Las fuentes X y gamma
Las fuentes de rayos X
El enigma de las explosiones de rayos gamma
El origen de las explosiones de rayos gamma
La relatividad restringida
El fin del espacio absoluto
La relatividad restringida
La dilatación del tiempo
La contracción del espacio y el espacio-tiempo
La relatividad general
El principio de equivalencia
La relatividad general y la curvatura del espacio-tiempo
Las verificaciones de la relatividad general
La onda gravitacional
La lente gravitacional
Los agujeros negros
Un agujero negro
El espacio-tiempo alrededor de un agujero negro
Un agujero negro histórico: Cygnus X-1
Un agujero negro histórico: Cygnus X-1
El agujero negro probablemente es el astro más extraño del Universo. La
cuestión siguiente es, así pues, muy legítima: ¿tal objeto existe de verdad o
sólo se trata del producto de la imaginación desenfrenada de los
teóricos?
Una observación indirecta
Responder a esta cuestión plantea una dificultad de fondo, puesto que,
por definición, un agujero negro es invisible, ya que ninguna radiación
puede escaparse. Es por consiguiente imposible obtener una fotografía
directa. La solución va a consistir en intentar detectar la presencia de
un agujero negro indirectamente, por los efectos que produce sobre otro
cuerpo.
Numerosas estrellas no están aisladas, sino forman parte de una pareja
estelar. Cuando uno de los miembros de la pareja es una
enana blanca
o una estrella de neutrones,
puede establecerse una transferencia de masa y producir fenómenos como
las novas o algunos
tipos de supernovas.
Si una de las estrellas es un agujero negro, procesos similares pueden
producirse. De la masa transferida, se forma un disco de acreción, las
temperaturas alcanzan valores extremos y se emiten grandes cantidades de
rayos X. Esto nos proporciona un medio de detectar posibles agujeros
negros: basta simplemente con encontrar fuentes de rayos X en estrellas
binarias.
El problema, evidentemente, reside en el hecho de que las estrellas de
neutrones también pueden producir rayos X en gran número. Es, pues,
crucial poder determinar con certeza si una fuente es completamente un
agujero negro. Un medio simple para eso es lograr determinar la masa del
cuerpo que emite los rayos X.
En efecto, el estudio teórico de las estrellas de neutrones puso de
manifiesto que su masa máxima era de cerca de tres veces la del Sol. Si
una fuente de rayos X revela poseer más de tres masas solares, es
legítimo pensar que no se trata de una estrella de neutrones, sino de un
agujero negro.
El primer candidato: Cygnus X-1
El primer candidato fue descubierto al principio de los años setenta por
el satélite Uhuru observando en rayos X. Éste detectó en la constelación
del Cisne una fuente muy intensa, a la cual se dio el nombre de Cygnus
X-1.
Imagen desde Chandra del Cygnus X-1. Crédito:
NASA/CXC
Además de su potencia, la radiación de este objeto tenía la
particularidad de presentar variaciones extremadamente rápidas, a veces
en tiempos de algunos milisegundos. Estas fluctuaciones muy rápidas
ponían de manifiesto que la fuente debía ser muy pequeña.
En efecto, para que un proceso pueda hacer variar la luminosidad de un
cuerpo de modo notable, debe afectar el objeto globalmente. Esto
significa que necesariamente hay un intercambio de información entre
todas las partes del cuerpo. Ahora bien, estos intercambios no se hacen
instantáneamente, sino, en el mejor de los casos, a la velocidad de la
luz, como nos lo enseña la
relatividad restringida.
Si la luz tardaba un año para atravesar un cuerpo, éste no podría
presentar variaciones notables a escala de un día. Así pues, las
fluctuaciones muy rápidas de la intensidad de Cygnus X-1 probaban que
este cuerpo debía ser muy pequeño, de un tamaño del orden de algunos
centenares de kilómetros.
Observaciones más avanzadas
Las observaciones en rayos X no permitieron determinar precisamente la
posición de Cygnus X-1 en el cielo. Hubo que esperar al 1972 para que
los radioastrónomos alcanzaran allí. Resultó entonces que la fuente
Cygnus X-1 debía estar vinculada, de una manera o de otra, a una
estrella más normal situada a 6000 años-luz de nosotros, HDE226868, que
ella misma no podía ser la fuente de los rayos X.
El análisis espectral de HDE226868 reveló un vaivén periódico de las
líneas de la estrella, que ponía de manifiesto que debía estar en órbita
alrededor de otro cuerpo. La conclusión era simple: HDE226868 tenía un
compañero, Cygnus X-1, muy poco luminoso para ser observable en el
visible, pero que atraía la materia de la estrella y se volvía así una
fuente de rayos X.
¿Este compañero era un agujero negro o una estrella de neutrones?
Gracias a la relación entre
masa y
luminosidad de las estrellas, los astrofísicos sabían que la
estrella HDE226868, de tipo B, contenía 30 masas solares. También
conocían, gracias al análisis del desplazamiento de las líneas, la
amplitud del movimiento periódico de esta estrella.
A partir de estos datos, podían determinar la masa requerida para hacer
efectuar a una estrella de 30 masas solares tal movimiento: Cygnus X-1
debía ser un cuerpo minúsculo, aproximadamente de 10 masas solares, lo
que estaba claramente por encima de la masa límite para las estrellas de
neutrones. Cygnus X-1 es, pues, muy probablemente un agujero negro. Su
masa, su pequeño tamaño y la potencia de su radiación X parecen
demostrarlo.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que esto no es absolutamente seguro.
Quedan incertidumbres en el cálculo de la masa del objeto. Si el mundo
está verdaderamente mal hecho, y si todos los errores van en el mismo
sentido, puede que Cygnus X-1 tenga solo tres masas solares y sea simplemente una estrella de neutrones.
Otros candidatos
Desde Cygnus X-1, otros candidatos de origen estelar al título de
agujero negro han sido descubiertos. Presentan todos las mismas
características: emisiones X intensas, rápidamente variables, y una masa
superior a tres veces la del Sol. Podemos citar, por ejemplo, A0620-00 en
la constelación del Unicornio, LMC X-1 y LMC X-3 en la Gran Nube de
Magallanes o V404 Cygni en la constelación del Cisne.
Este último ejemplo probablemente es el más convincente, ya que la masa
mínima del cuerpo, teniendo en cuenta todas las incertidumbres, es de
seis masas solares, es decir, dos veces la masa máxima de las estrellas
de neutrones. |